WIDER IMAGE-En Perú, un campo de fútbol improvisado une a barriada pobre

Por Mariana Bazo y Mitra Taj

LIMA (Reuters) - El barrio Nueva Unión no tiene agua potable, conexión a la red de energía eléctrica o carreteras pavimentadas.

Pero tiene algo que hace que la vida en una barriada pobre en el Perú sea más llevadera: un pequeño campo de fútbol.

Los residentes de Nueva Unión, en su mayoría migrantes de provincias pobres peruanas, labraron un campo plano para jugar fútbol en la polvorienta colina donde se asentaron en Lima hace 15 años.

"Esto era un cerro. Como lo ves, no era así. Nosotros a puro pulso, pico, pala, empezamos a cavar, ¿Para que?. Para tener algo en donde distraernos cada domingo", dice Edgar Champi, un residente de Nueva Unión de 40 años de edad.

El campo de fútbol de Nueva Unión - como cientos de campos improvisados por todo el país- es un testimonio del amor por el fútbol en el Perú en momentos que el equipo nacional se prepara para jugar en la Copa del Mundo por primera vez desde 1982.

"¡Es pura alegría", dijo Luisa Alcantara, una abuela de 54 años, sobre la selección peruana en Rusia 2018. "Hasta las mesas revientan cuando meten gol!", afirmó.

La fiebre de la Copa del Mundo ha inyectado nuevo entusiasmo en los partidos de Nueva Unión, que tiene vistas panorámicas de la capital de unos 10 millones de personas.

Levantando nubes de polvo y gritando apodos el uno al otro - "!Tallarín!" "¡Chuqui!" "¡Enano!" - Champi y otros hombres se esfuerzan por meter goles mientras en la cancha mujeres venden chicha, una bebida tradicional hecha de maíz morado, a las multitudes pequeñas que se han reunido para observar.

Al igual que el equipo peruano, Nueva Unión lucha cuesta arriba, con familias trabajadoras esforzándose a construir un futuro mejor con escasa ayuda de las autoridades.

Al carecer de servicios públicos básicos, sus residentes deben pagar más por agua que compran de camiones privados, que a menudo suspenden las entregas cuando los caminos a Nueva Unión se vuelven demasiado resbaladizos para escalar durante el invierno. La electricidad viene por cortesía de un vecindario cercano, que también cobra tarifas más altas.

Víctor Antonio Córdoba, de 32 años, el organizador deportivo del barrio, dice que el pequeño campo de fútbol de Nueva Unión mantiene a los residentes sanos y felices. Todos los jugadores del equipo provienen de vecindarios de bajos ingresos, señala.

"Nadie sabe, acá podamos tener un estrella, un talento", dijo Cordoba. "Sin esta cancha no vemos los talentos", acotó.

De lunes a sábado, cuando la mayoría de los hombres del vecindario están trabajando, las mujeres juegan fútbol o voleibol en el campo. "Dejamos que los hombres juegan los domingos", manifestó Alcantara.

Martha Injusta, de 49 años, madre de dos hijos que limpia casas para ganarse la vida, valora el espacio porque le ayuda a ponerse en forma. "Antes era bien gordita, bien gordita".

El campo es lo más parecido a una plaza en Nueva Unión. Es donde la comunidad celebra el Carnaval a la manera andina tradicional, bailando alrededor de un árbol cargado de regalos. Es un lugar para intercambiar chismes con los vecinos y el lugar seguro designado para reunirse cuando ocurre un terremoto.

A medida que la oscuridad asoma y el partido de fútbol termina, una voz en un altavoz instalado a un lado del campo recuerda a los residentes a ayudar a construir una nueva escalera para facilitar el ascenso a sus casas.

Hay otros proyectos en el horizonte: un muro de contención para protegerse de deslizamientos de tierra, un centro comunitario para reuniones, losa de cemento y nuevas mallas protectoras para el campo de fútbol.

"De hecho lo vamos a mejorar", dice el técnico mecánico de 32 años Roger Loayza sobre el campo de fútbol. "Era un cerro, y ahora ya tenemos algo", agregó.

(Reporte de Mariana Bazo y Mitra Taj, traducido por Marco Aquino)